Debiera yo metropólito, pagano, patafísico –es decir: igual a mí mismo-introducir la efigie y figura deste padre, su aparecer de acacia muerta, las trompetas que lleva por miembros, sus habilidades como extirpador de idolatrías en los reynos chalacos de ultramar y se me queda batiendo la lengua constelada dibujando un aspa en el umbral del Real Colegio Patafísico del Callao, de espaldas al Pacífico.