Dos nuevos libros de Barthes levantan polvo
Éditions du Seuil publicó hace poco Journal de deuil (Diario de duelo), una recopilación de textos que Barthes escribió casi a diario a partir de la muerte de su madre durante dos años. Desde los fragmentos que circulan en los medios se siente la intensidad, lo descarnado, las cenizas; se insiste en la escritura como cura de trabajo, apoyo para la comprensión pero también la escritura como vida. Evento de vida trágica, evidentemente.
Entre el polvo despertado por la aparición del libro (y que tiene toda la apariencia de una campaña BTL de grandes editoriales) se deja ver gente como aquella aventurada Louise Merzeau, profesora que imagina que Barthes, de estar vivo, tendría un blog pero también François Wahl o Richard Howard, editor de sus obras de madurez y traductor al inglés respectivamente, ambos cercanos al autor quienes deploran esta invasión a la privacidad y aseguran que Roland hubiera impedido la publicación.
Por otro lado, Christian Bourgois publicó Carnets du voyage en Chine: anotaciones de Barthes realizadas durante un viaje obligado por Sollers al mundo de Mao en el que Roland se espanta de los funcionarios y las masas amarillas.
En el Nouvel Observateur, Sollers duda que Barthes hubiera aprobado la publicación de una cita de estos Carnets: “Y con todo esto, no habré visto “la cosita (kiki en el original francés)” de un solo chino. ¿Qué se puede conocer de un pueblo si no se conoce su sexo?” y critica como Nadeau que estas no sean de las mejores páginas de Barthes.
Lo cierto es que la segunda parte de la cita es una gran verdad y que Barthes dará siempre que hablar. Se trata del típico tema ideal para el debate donde todos tienen la razón, los protectores de la intimidad y aquellos que adoran rebuscar entre los papeles de las personas. Ahora que ya se han tirado suficientes piedras… leamos.