ayer pero hoy todavía, convocados por Luz Vargas y César Romero, un puñado de artistas devolvieron la escritura de Arguedas a la oralidad en la Feria del Libro de Lima. arriba Romero lee Llamado a algunos doctores con la cortina audiovisual de Jesús Ruiz Durand. abajo el zorro Fernando Fernández de Cuatrotablas nos cuenta dramático y dulce -dentro y fuera de su vaso- sobre amores de los dioses y los hombres de Huarochirí.
un tal Carlos Estela, que es nuestro semejante, se escurrió en fragmentos de diarios y cartas que acusan el dolor, la lucha de la escritura, la proximidad de la muerte que, curiosamente, es el otro lado exacto de tanta vida exaltada en el Llamado… antes leído, «la eterna vida, el mundo que no descansa, que crea sin fatiga; que pare y forma como el tiempo, sin fin y sin precipicio.».
el antropólogo y curador César Ramos hizo algunos apuntes sobre la necesidad de regresar constantemente a Arguedas, dio cuenta de su lucha para derribar los muros que esta ciudad y sus criollos todopoderosos erigieron y la posta que nos toca recibir.
Omar Ponce cerró el encuentro con su charango provocando wifalas y el ritmo en nuestros pies de plomo.
la cita fue coincidencia premeditada y promovida desde el marco de la exposición Calandria de Fuego [para ver durante toda la 16ava Feria del Libro] que reúne las miradas contemporáneas de varios artistas nacionales instigadas por el latido constante de Arguedas.