Ha pasado más de una década desde que publicáramos, a partir de more ferarum (junto con José I. Padilla), nuestro primer homenaje a Eielson (aquel material engrosado se convirtió luego en Nu/Do). En aquella ocasión Rodolfo Hinostroza publicó a pedido nuestro un texto, semejante al que me impulsa esta líneas, sobre su estancia parisina y las coincidencias con Jorge.
Luego de recibir los ejemplares de la publicación, Jorge se comunicó incómodo por dos detalles que se repiten en Con Eielson en París. Aparecido originalmente en Libros & Artes N° 14 y 15. Lima en julio 2006 según consta en el blog Copy Paste Ilustrado que lo replicó en setiembre de 2013. Yo recién lo leo.
Solo quiero decir, en nombre de Eielson, aquello que le fastidió. Le dolió mucho que se refiriera a Paul Tolstoi como “mecenas”, él lo consideraba algo tan simple, fulminante y luminoso como su “amigo”. El otro punto está estrechamente ligado. Nos dijo que no era homosexual, que no tendría problema en decirlo, que no era su “pareja” como se dice en el texto en cuestión con insistencia.
Sin embargo… ¿qué podemos saber, experimentar, alucinar acerca de aquello tan sublime que Jorge conocía por Amistad? Conocí a algunas de las personas que lo frecuentaban los últimos años de su vida… Massimo, Angelo… pastores, agricultores, carpinteros con los que hablábamos de poesía. No la de papel.
Francamente, nunca he comprendido por qué tanta insistencia en ese tema y no, por ejemplo, en tratar de comprender la dimensión multidisplinaria de su obra que a mí parecer es la gran limitación para acercarse a ella de una manera sensata.
Me alegro que Eielson no leyera esto que fue publicado -por supuesto- cuando los homenajes póstumos proliferan. El tono de crónica criolla que se acrecienta en este segundo texto sobre el mismo tema (Eielson+París), seguramente le hubiera incomodado más por lo limeño que resulta, aunque él siempre estuvo por encima de todo esto. Esto es lo poco que sé.