Hasta pronto, Víctor Sosa

escritura
Sosa en Lima, 2012 (Foto: Rocío Fuentes)

Hace poco más de un año lo vi por última vez en Ciudad de México, su patria por elección. Como era mi primera vez, me llevó de paseo; breve pero iluminador, dibujado por la misma pasión que lo llevó a instalarse en aquella tierra tan semejante. Apareció hecho color -como siempre-, armado de la elegancia natural de la percha y un paraguas, frente al Palacio de Bellas Artes. Sus detallados comentarios de los célebres murales me recordaron su oficio de artista visual. Al salir, nos fuimos al bar La Ópera, a tiro de piedra, solo para ver el mítico orificio dejado por la bala de Pancho Villa en el techo. Luego de unas vueltas nos fuimos por unas cervezas y tacos. Conversamos de su paso como pintor en la région parisienne y por Lima cuando nos acompañó en el Microfestival, de tacos, de terapia, de Tulum y de poesía otra vez. 


En estos momentos tan desgarradores amasijo de incomprensión y tristeza por tu partida, Víctor, agradezco haberte visto aquella vez aunque la consciencia del fin hace aún mayor el arrepentimiento; por qué no estiramos esas horas, por qué no alcanzó el tiempo para encontrarnos siquiera una vez más… agradezco que hayamos tramado tu visita a Lima a inicios de la década y la potencia de tus libros, desde luego… aunque ahora, toda palabra es vana excepto la tuya: Hasta pronto, hasta siempre, primo poeta.