Cuando has terminado de hablar sobre bicicletas, es momento de montar una.
Bike Hugger
Te hablo a ti. Tú que has sentido el llamado interior de tu cuerpo, la temperatura social, la urgencia del cambio. Probablemente tienes una bicicleta que lucha por no oxidarse en la azotea de tu casa o te quedas prendado de alguna flamante bici cuando visitas las tiendas de departamento.
A ti que quizás temes –y temer es lo más sensato- al tráfico de esta ciudad, que aplaudirías la implementación de más ciclovías realmente funcionales y apoyarías campañas de concientización que transformen el trato de los conductores hacia los ciclistas. Sé que también eres de aquellos que están hartos del desastroso transporte público y los límites a los que les hemos permitido llegar a los transportistas. Sé que te interesa tu salud, la calidad de vida y, sobre todo, evitar que este planeta se termine de ir al cacho.
Sí, tú. Estás a un pequeño paso de formar parte del cambio. Todo eso que deseas, esas condiciones que son un pretexto para que no empieces a pedalear no van a suceder si no te montas ya.
Yo también estuve allí en ese lugar indeciso, con frío, sintiéndome casi desnudo entre los autos, temeroso después de las primeras caídas habituales. Fue un amigo en el trabajo el ejemplo. Él recorre muchos más kilómetros que yo a diario y sortea riesgos mayores en su trayecto. Fue así que una voz en mí dijo: “si él puede, seguro yo también”. Desempolvé el viejo armatoste y lo reactivé. Todavía recuerdo aquella mañana en que empecé a ir al trabajo en dos ruedas. El sol brilló y cantaron las aves. Nadie hubiera podido retirar aquella sonrisa en mi rostro. Sonrisa impertérrita que se reflejaba en los vidrios de todos esos autos detenidos por su propio tránsito que dejaba atrás mientras mi viejo bólido me llevaba a mi destino sin cobradores, sin hedor, sin neuróticos pasajeros, sin aplastamientos, bajo el sol y con mi sol en el bolsillo.
Por eso me siento seguro de que tú también puedes. Anímate. Hazle mantenimiento. Compra luces delantera y trasera, casco, guantes, kit antipinchazos: son imprescindibles. Hazte visible. Viaja a la derecha. Respeta las señales aunque nadie más que tú lo haga. No subas a las veredas a menos que sea inevitable y no asustes a nadie.
Si temes al tránsito, únete primero a alguno de los grupos que se reúnen semanalmente para salir “en mancha” como un cardumen, una manada que se autoprotege. Allí ganarás confianza, observarás a otros, aprenderás de ellos. Puedo garantizarte que compartirán sin duda sus secretos, sus tácticas… lo puedes ir viendo en las redes sociales. Es así porque el ciclismo es como una patria, la “comunidad del anillo”, es una forma de vida.
Empieza por reconocer tu terreno. Crea pequeños circuitos alrededor de tus lugares más visitados. Estos crecerán según tu propia evolución. La bicicleta es como una prótesis que potencia tu fuerza natural.
Aprovecha las nuevas tecnologías y descárgate alguna aplicación que te permita autoevaluarte, medir tus recorridos, las calorías que quemas, conocer a otros ciclistas y nuevas rutas.
Si sientes que no puedes pedalear demasiado por cansancio o porque no tienes dónde asearte cuando llegas al trabajo, recuerda que existen también las eléctricas.
No te dejes desanimar. Solo hazlo. Si te vencen las excusas, al menos te dirás a ti mismo que lo intentaste. Ten presente que esto empieza por un beneficio y gozo personales pero que, en realidad, involucra una transformación en la sociedad. Sí estás en posibilidad de cambiar la ciudad. Ha sucedido en otras partes. Los demás ciclistas te necesitamos y te estamos esperando.
¡Buen viaje!