La fotografía se desnuda

fotografía, traducción
Tour Eiffel, Germaine Krull, hacia 1928

Una de las cosas que cuenta Michel Frizot en el catálogo de la exposición Germaine Krull (1897-1985). Un destin de photographe  realizada en 2015 son las duras lineas de Barthes en su biblia de la fotografía, La chambre claire, sobre la fotógrafa: «Hay ocasiones en que detesto la fotografía: qué tengo yo que ver con los troncos viejos de Eugène Atget, los desnudos de Pierre Boucher, las sobreimpresiones de Germaine Krull». Sin embargo, hay que entender al profeta. Su libro es un cerebro que palpita como un corazón sensible, hecho de impresiones personales y ello hace del libro la genialidad que es.


Al margen de Barthes, está la obra de esta fotógrafa, a quien se le conociera como «Perro loco» (Chien fou; título con el que nombra un manuscrito todavía inédito), una de las pioneras del reportaje fotográfico, cuya influencia en el photobook, el libro objeto, la fotonarración merece ser estudiada con mayor profundidad. Una amante de los fierros (protagonista de abundantes series sobre el acero en fábricas o en construcciones como la torre Eiffel) y de la velocidad, el automovilismo así como del cuerpo (recuérdense sus series de «manos» y, por supuesto, sus desnudos femeninos). Sus «sobreimpresiones» incomprendidas por Barthes, que pueden llegar a sintonizar con la sensibilidad del cine expresionista alemán, son una parte minúscula de una obra variada que pasea su ojo por los quartiers populaires de Marsella, retrata los maniquís en las vitrinas de la sociedad consumista, pero también se enrola en un casino de Montecarlo para copiar las caras de sus visitantes y, años más tarde, registra monumentos budistas en su paso por Asia.


Solemos lamentar la poca escritura de los artistas fotógrafos, este no es el caso de Krull quien escribió mucho sobre su complicada vida y la práctica fotográfica. A continuación, un breve e intenso texto suyo aparecido en su libro de estudios de desnudos, publicado en 1930 y que es un incontournable de los estudios introductorios sobre la edición fotográfica. El texto resalta por su belleza, transparencia, sabiduría y sencillez.

Autorretrato, Germaine Krull, 1925

Prefacio a Etudes de nu, Paris, Librairie des arts décoratifs, A. Calavas, 1930

«Miroir reformant»

Jean Cocteau

Fotografiar es un oficio. / Un oficio de artesano. / Un oficio que se aprende, que se hace más o menos bien, como todos los oficios.

El arte existe en todos los oficios bien hechos, porque el arte es una elección.

La primera ciencia del fotógrafo es saber mirar. / Se mira con los ojos. El mismo mundo, visto por ojos diferentes, no es para nada el mismo mundo. / Es el mundo a través de la personalidad. / Con un solo clic, el objetivo registra el mundo al exterior y el fotógrafo al interior.

El objetivo es un ojo mejor que el ojo. / Merece observar el mundo mejor hecho que el mundo, o hecho de otra manera, lo que ya está bastante bien. / Cada ángulo nuevo multiplica el mundo por sí mismo.

El aparato no tiene que inventar, combinar, engañar, manipular. / No se trata de la pintura, ni la imaginación. / El fotógrafo es un testigo. / El testigo de su época. / El verdadero fotógrafo es el testigo de todos los días, el reporter. / Que no siempre tenga su ojo a un metro cincuenta del suelo, es natural. / Sin embargo, que piense siempre en el suelo, el suelo de hoy, de esta mañana, de este jueves por la mañana, o de este día tan bello que uno olvida indagar el nombre que lleva por azar. / El mundo. / El mundo de la época.

Y el hombre que solamente es un objeto móvil mas en el mundo, y en la época.

Y el hombre, moralmente idéntico a través del tiempo. Hacer desnudos, por qué? / Porque es hermoso desde siempre y porque una mañana de verano tuve ganas.

Germaine Krull

[Traducción del francés: Carlos Estela Vilela]

Germaine Krull (1897-1985). Un destin de photographe. París, Éditions Hazan / Jeu de Paume, 2015. p. 254

La teatralidad según Roland Barthes

escritura

¿Qué es la teatralidad? Es el teatro sin el texto, es un espesor de signos y sensaciones que se edifica en la escena a partir del argumento escrito, esa especie de percepción ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos distancias, sustancias, luces, que sumerge el texto bajo la plenitud de su lenguaje exterior. Naturalmente, la teatralidad debe estar presente desde el primer germen escrito de una obra, es un factor de creación, no de realización. No existe gran teatro sin una teatralidad devoradora, en Esquilo, en Shakespeare, en Brecht, el texto escrito se ve arrastrado anticipadamente por la exterioridad de los cuerpos, de los objetos, de las situaciones; la palabra se convierte enseguida en sustancias.

 El teatro de Baudelaire. En: Roland Barthes. Ensayos críticos. Buenos Aires, Seix Barral, 2003. p. 54

Barthes en exposición

interculturalidad

Dos nuevos libros de Barthes levantan polvo
Éditions du Seuil publicó hace poco Journal de deuil (Diario de duelo), una recopilación de textos que Barthes escribió casi a diario a partir de la muerte de su madre durante dos años. Desde los fragmentos que circulan en los medios se siente la intensidad, lo descarnado, las cenizas; se insiste en la escritura como cura de trabajo, apoyo para la comprensión pero también la escritura como vida. Evento de vida trágica, evidentemente.

Entre el polvo despertado por la aparición del libro (y que tiene toda la apariencia de una campaña BTL de grandes editoriales) se deja ver gente como aquella aventurada Louise Merzeau, profesora que imagina que Barthes, de estar vivo, tendría un blog pero también François Wahl o Richard Howard, editor de sus obras de madurez y traductor al inglés respectivamente, ambos cercanos al autor quienes deploran esta invasión a la privacidad y aseguran que Roland hubiera impedido la publicación.

Por otro lado, Christian Bourgois publicó Carnets du voyage en Chine: anotaciones de Barthes realizadas durante un viaje obligado por Sollers al mundo de Mao en el que Roland se espanta de los funcionarios y las masas amarillas.

En el Nouvel Observateur, Sollers duda que Barthes hubiera aprobado la publicación de una cita de estos Carnets: “Y con todo esto, no habré visto “la cosita (kiki en el original francés)” de un solo chino. ¿Qué se puede conocer de un pueblo si no se conoce su sexo?” y critica como Nadeau que estas no sean de las mejores páginas de Barthes.  

Lo cierto es que la segunda parte de la cita es una gran verdad y que Barthes dará siempre que hablar. Se trata del típico tema ideal para el debate donde todos tienen la razón, los protectores de la intimidad y aquellos que adoran rebuscar entre los papeles de las personas. Ahora que ya se han tirado suficientes piedras… leamos.journal-de-deuil