
El verso breve se une a la ola de espuma su prójimo serpenteante latente en piedra bajo tierra carbonizado el avance pero dinámico progreso dinamita de Basilisco que guardo desde que hace más de una década, desde que Alfonso D`Aquino la sembró entre mis libros… cuando nuestros destinos se cruzaron alrededor de César Moro…
Desde allí vuelven los versos niños, duendes, reptilianos latidos como el tambor del centro de la Tierra… su luna me da paz y la lección de lo concreto y como un barniz de pasado, de sabio pasado perenne & probable en el bosque que desde hace algunos años escogió como hogar.
Hoy regresó a esta mano marina este brevario verde escamoso a cambiar probable su piel milenaria mientras devuelvo esta botella repleta de su palabra.
10 (serpigo)
Crótalo atroz
Oculto tras la flor
(Pero también la víbora se llena de gusanos
las moscas depositan sus huevos en la herida
abierta de la nube que nunca cicatriza
las larvas comen hilos deshacen los tejidos
colgados de su baba los gusanos linguales
vermiformes y verdes invaden sus pulmones
garrapatas y nódulos filarias en las venas
oclusiones y vómitos pedacería de estrellas
y la víbora entera podrigorio del alma
se persigue y no alcanza ni a tocarse la cola
ni recobra su forma ni tampoco su sombra
que en el cielo se bate en su blanca diarrea
y retiembla la perra en su sueño de piedra
si en su boca mordida azulea mi saliva…)
19
En el vidrio azul
la sombra del niño
se volvió otro niño
Niño con espejo
dando vuelta al quiosko
entre jacarandas
que el vidrio refleja
aparece un rostro
¿Qué va en el espejo?
Las estrellas… Lejos…
La luna en el agua
el niño la mira
y escupe en el vidrio
y su mano borra
el cielo y su cara
¿Qué ve en el espejo?
Par de ojos tan viejos…
Animal
No hay palabras escupo
La calma de la hoja
Salitre entre las piernas
Esta saliva roja
A tus cuencas vacías
Que nunca se humedecen
Mi saliva se anuda
Sus mandíbulas crecen
Lo mismo dice y calla
Esta saliva espesa
La humedad y el esfuerzo
De una rota certeza
Espejo negro y rojo
En que mi lengua lavo
Te digo No te digo
Sólo a mi muerte le hablo
Y suben por los árboles
O bajan por mis piernas
Las de fuertes mandíbulas
En sílabas idénticas
Son las raíces rotas
O es la negra saliva
De este animal enorme
Que sólo escupe hormigas
Alfonso D’Aquino (Ciudad de México,1959)
Ha publicado los siguientes libros de poemas: Prosfisia (1981, Taller Martín Pescador, Premio Carlos Pellicer), piedra no piedra (UAM, 1992), Tanagra (CNCA, 1996), Naranja verde (Vuelta, 1996, reedición en la colección La Centena, 2002), Briznas (1997), Víbora breve (1999, ambos editados en el Taller Martín Pescador) y Basilisco (Ediciones Sin Nombre, 2001).
Ha participado en varios libros colectivos, entre los que destacan: Nu/do.Homenaje a J. E. Eielson (more ferarum, 2002) y Monogramas (Universidad Veracruzana, 2005). Ha traducido, entre otros, a Kenneth Rexroth y a Forrest Gander, con quien colaboró en un proyecto de traducción mutua. También ha publicado algunos libros para niños, como Luciérnagas (tmp, 1999) y Fauna Mayor (CIDCLI, 2001) y editado varios otros. Desde 1997 es miembro del Sistema Nacional de Creadores, Fonca. A partir de 1999 ha coordinado el Taller de Poesía y Silencio. Desde hace algunos años vive en un bosque en las afueras de Cuernavaca. (fuente original)